Eddie Van Halen, uno de los grandes héroes de la guitarra a lo largo de cuatro décadas de la historia del rock y líder de Van Halen, una de las bandas que marcaron el rumbo del hard rock fundamentalmente durante los ’70 y los ’80, murió este martes 6 de octubre en un hospital de California, a los 65 años.
A base de riffs pirotécnicos y solos que quedarán en la memoria de muchos, el músico corrió las fronteras del género y fue inspiración para una enorme cantidad de artistas que lo tomaron como referencia del «guitar-hero» y de cómo se hace el mejor rock de estadios.
La muerte de Eddie fue anunciada por su hijo Wolfgang, a través de su cuenta de Twitter, sin más detalles que lo esencial para saber que el rock perdió a una de sus grandes figuras. Van Halen había recibido un tratamiento contra un cáncer de garganta, que logró superar parcialmente, pero que le ocasionó la pérdida de un tercio de su lengua.
El nombre de su hijo no era una simple excentricidad. La afición de Eddie Van Halen por la obra de Mozart y tanta otra música clásica fue harto conocida, y evidente, también, por su particular forma de abordar la guitarra eléctrica. Fue, en efecto, uno de los músicos que hicieron posible esa transportación entre la música de claustros y el universo del hard rock y el heavy, con simpatía por escalas, armonizaciones y técnicas, sumadas a la tenebrosidad del sonido.
El músico alguna vez atribuyó haber contraído la enfermedad a su costumbre de poner en su boca una púa metálica que usaba para tocar la guitarra.
Considerado entre los mejores en lo suyo en numerosas encuestas de alcance mundial, al igual que colegas como Jimi Hendrix, Eric Clapton, Jimmy Page y Brian May, entre otros, Eddie Van Halen fue considerado el creador de un estilo propio, caracterizado por su sonido punzante y una asombrosa velocidad.
Además, no sólo consiguió sellar como propio un vibrato aullante que se hizo marca registrada de su manera de tocar, sino que popularizó una técnica conocida como tapping con dos manos, en la que efectivamente, agregó un sexto dedo a su mano izquierda. De algún modo, tal como consignó el año pasado la revista Rolling Stone, Eddie Van Halen «reformuló el ADN de la guitarra rockera para siempre».
Nacido el 26 de enero de 1955 en la legendaria ciudad de Nimega, en los Países Bajos, tanto Eddie como su hermano Alex fueron estimulados a acercarse a la música desde muy temprano, por su padre Jan también músico. De hecho, su segundo nombre se lo debía a Beethoven. A los seis años, lo pusieron a estudiar piano: el chico nunca pudo leer ni una página de partituras, pero aprendió a tocar memorizando cada uno de los movimientos que debía hacer para llegar al sonido, y luego, ya instalados en California, hacia donde emigraron en 1967, dentro del campo del rock.
Muchos de esos aspectos quedaron inmortalizados en su técnica más distintiva, el tapping, donde la mano derecha se suma sobre el puente, pisa las cuerdas, y gana velocidad, ataque, despliegue. Eddie nunca se atribuyó su invento total, pero sí aseguró que no lo copió de nadie, sino que se le ocurrió viendo a Jimmy Page de Led Zeppelin en Los Angeles. Palanca, armónicos, pellizcos, volume swell… todo formó parte del repertorio de un guitarrista que cambió la forma de abordar esas seis cuerdas.
Van Halen inventó algunas otras cosas. De hecho, hay tres patentes que llevan su nombre. Una de ellas, un dispositivo plegable para cualquier instrumento de cuerdas colgable -guitarra o bajo, por ejemplo-, que le permite al ejecutante acostarlo en el aire y poder hacer tapping sin necesidad de sostener el diapasón con las manos.
La historia de los Van Halen fue una entre tantas de familias que habían migrado hacia los Estados Unidos para reconstruir su camino. Siendo un apenas un chico, los holandeses se instalaron en California. Ahí, los hermanos no sólo desarrollaron su propia afición por la música -al principio, Eddie tocaba la batería y Alex la guitarra, luego intercambiaron-, también se maravillaron con la excitante escena rockera propia del ecosistema angelino.
Ambos, junto al cantante David Lee Roth y el bajista Michael Anthony le dieron forma definitiva a la formación inicial de Van Halen en 1974, y de a poco fueron ganando un prestigio y una popularidad que se reflejó en el éxito que obtuvieron con el lanzamiento de su primer álbum, Van Halen.
Eruption, Runnin’ Wih the Devil y una versión del clásico You Really Got Me eran algunos de los temas que empezaban a destacarse en un repertorio que con el lanzamiento de Van Halen II incorporaría Dance the Night Away y You’re Not Good como dos de sus hits, que de a poco iban convirtiendo a la banda en la más exitosa en su rubro.
En busca de su personal toque de distinción, el guitarrista hizo una cruza entre una guitarra Gibson y una Fender, y al «monstruo» nacido de ese invento le enceraba el diapasón con cera para tablas de surf, según contó alguna vez. Pero la experimentación no sólo tenía que ver con cuestiones técnicas, sino también musicales.
El interés de Eddie por ampliar los horizontes de su universo musical lo hicieron entrar en colisión en repetidas ocasiones con sus músicos, excepto con su hermano. Como si eso no bastara, su cada vez más recurrente adicción al alcohol empeoró las cosas, tanto con David Lee Roth como con su sucesor, Sammy Hagar.
«No me importa echarle la culpa a mi padre, pero cuando comenzamos a tocar frente a la gente, me ponía muy nervioso. Entonces, le pregunté: ‘Papá, ¿Cómo hacés vos con eso?’ Fue entonces cuando me dio un cigarrillo y un trago. Mi reacción fue: ‘Uh, ¡esto está bueno!’ Por un largo tiempo funcionó, y para nada lo hacía por diversión. Era lo que hacía en la previa, antes de ir a componer y hacer música», admitió en una entrevista.
Eddie tuvo algunas participaciones decisivas, también, en el corazón de la cultura pop. El solo de guitarra de “Beat it”, uno de los grandes hits de Michael Jackson, incluido en el inefable Thriller, de 1982, fue compuesto y ejecutado por él, además de su participación en algunos de los arreglos, mientras que el resto de las guitarras del tema corrieron por cuenta de Steve Lukather.
Se asoció al guitarrista de Queen, Brian May, para grabar un álbum en el que se sacaron chispas y colaboró con el Pink Floyd Roger Waters. Alianzas, todas, que potenciaron sus niveles de popularidad, que estallaron por el aire con el lanzamiento, en 1983, de Jump, uno de los grandes himnos de esa cruza de rock y pop, además de Panama y Hot for Teacher.
Otra cita memorable se extrae del clásico cinematográfico Volver al Futuro, cuando el protagonista, Marty McFly, usa en su viaje al pasado un casete con la grabación de una guitarra furiosa de Van Halen para amedrentar a su padre, como si se tratara de alguna especie de lenguaje alienígena amenazador. La cinta no fue editada por el grupo, sino que son 56 segundos de “un montón de ruido” que el guitarrista grabó para la banda de sonido de la película The Wild Life, en 1984.
Por entonces la banda visitó la Argentina, por única vez en su historia, para dar dos recitales en el Estadio Obras.
Jump, probablemente el hit más grande que haya grabado Eddie en su vida, lo muestra metiendo mano a un teclado que quedó inmortalizado en la intro del tema, y que generó nuevas desavenencias paredes adentro del estudio. «Dave me decía que yo era un guitar hero y que no tenía nada que hacer con los teclados», reveló el músico en una entrevista ofrecida en 1984.
También contó, claro, cuál había sido su respuesta: «Si quiero tocar la tuba o una flauta bávara, lo voy a hacer». Say No More. Al año siguiente Roth dejó su lugar a Sammy Hagar. Con su nuevo cantante, la banda volvió a alcanzar los puestos más altos de los ránkings con 5150, y mantuvo sus altos niveles de aceptación.
En cambio, la experiencia con Gary Cherone como reemplazante de Hagar fue olvidable, y tras unos años, el silencio lo rompió, en 2007, el anuncio del regreso de David Lee Roth al grupo, con nuevo disco bajo el brazo, y el hijo de Eddie, Wolfgang, a cargo del bajo. El lanzamiento de A Different Kind of Truth, en 2012, marcó un nuevo renacer del grupo, pero le resultó imposible mantener el ritmo de las giras tal como estaba planteado.
El intento siguiente de salir a la ruta fue en 2015, nuevamente con Eddie y Roth en tensión, aunque con el primero ya alejado de la bebida desde hacía siete años y con la convicción de que «ese» era el Van Halen que quería la gente. Y que sin Dave, no valía la pena salir a tocar con ese nombre.
Pero el pasado le venía pasando factura cada vez con más crueldad al guitarrista. En el día a día de Eddie, el reemplazo de cadera que sufrió en 1999, tras haber padecido una osteonecrosis en la zona; el mencionado tratamiento contra el cáncer de lengua en el 2000 -en 2002 fue dado de alta-; luego de garganta- que lo aquejaba desde hacía dos décadas, y que le impidió seguir plenamente con su carrera artística en el último tiempo. En 2012 atravesó una cirugía de urgencia a causa de unos divertículos, minaban cada intento de recuperar el fuego sagrado.
En 2019 trascendió que desde hacía unos cinco años Eddie venía peleándole palmo a palmo al cáncer de garganta. Aún así, hasta hubo insinuaciones de que la banda volvería a salir a escena una vez más. No hubo modo.
La muerte de Eddie, emblema máximo, intima a pensar que Van Halen, como grupo, ya es historia. Un grupo fundamental, que dejó números sorprendentes: más de 90 millones de copias vendidas en todo el mundo -entre las 20 bandas más vendedoras de los Estados Unidos-, y el caché más alto de la historia, al cobrar un millón y medio de dólares por 90 minutos de show en el US Festival, en 1983. Esa repercusión comercial, entre otros factores, les valió su entrada al Salón de la Fama del Rock, en 2007. Eddie no asistió a la ceremonia, porque estaba en pleno proceso de rehabilitación por consumo problemático de alcohol. Nunca tuvo un perfil mediático alto.
En tiempos de virtualidad y pandemia, así como su hijo comunicó la noticia por redes sociales, muchos de los músicos que se sintieron tocados por su obra compartieron pena con el mundo. Vernon Reid, el superlativo guitarrista de Living Colour, se expresó con el emoticón de un corazón roto: “Alteró completamente la dirección de la cultura de la guitarra, tal como la conocemos. Un verdadero héroe”, aportó. Flea, bajista de Red Hot Chilli Peppers, deseó que esta noche haga una zapada con Jimi Hendrix, mientras que Gene Simmons -uno de los primeros descubridores de la banda, allá por mediados de los ’70-, tuiteó: “Tengo el corazón roto. Eddie no era sólo un dios de la guitarra, también era un alma hermosamente genuina. ¡Descansá en paz, Eddie!”.
Menos de un mes más tarde de la muerte de Mark Stone, compañero de banda en la prehistoria de Van Halen, a causa de un cáncer de páncreas, murió Eddie Van Halen, abatido por un cáncer de garganta. A los 65 años, uno de los más grandes guitar héroes de la historia dejó este mundo para siempre. Pero lo dejó distinto: su sonido va a perdurar, probablemente, la misma cantidad de tiempo.