El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa Jill visitarán este domingo Uvalde, la pequeña ciudad de Texas consternada después la masacre en una escuela primaria que dejó 21 muertos.
El presidente estadounidense y la primera dama llegarán pasado el mediodía a Uvalde, donde, como primera actividad, harán un homenaje por los 19 chicos y dos maestras asesinados a tiros la semana pasada por un adolescente armado con un fusil.
El viaje es el segundo en dos semanas de Biden por una matanza a tiros, luego de que fuera el 17 de mayo a Buffalo, Nueva York, donde un joven supremacista blanco asesinó días antes a diez personas negras en un supermercado.
En Uvalde, el presidente también asistirá a misa y más tarde se reunirá con familiares de víctimas y sobrevivientes y con policías y rescatistas que estuvieron entre los primeros en responder al tiroteo del martes pasado, dijo la Casa Blanca.
No está previsto que haga declaraciones a la prensa, agregó, informó la cadena CNN.
El presidente instó el pasado sábado a actuar para prevenir futuras masacres en un país donde éstas son epidemia y donde han fracasado repetidamente esfuerzos para endurecer las regulaciones de acceso a las armas.
«No se puede proscribir la tragedia. Pero se puede hacer que Estados Unidos sea más seguro», expresó Biden en un discurso el sábado, lamentando que «tantas personas inocentes hayan muerto».
«Así que hago un llamado a todos los estadounidenses en este momento para que se unan y hagan oír sus voces y trabajen juntos para hacer de esta nación lo que puede y debe ser», dijo el presidente
Mientras, trascendían relatos de niños que sobrevivieron a la matanza del martes, cometida por Salvador Ramos, de 18 años, con un rifle semiautomático.
Ramos ingresó a un aula, cerró la puerta y dijo: «Van a morir todos», antes de abrir fuego, relató un sobreviviente, Samuel Salinas, de 10 años, al canal ABC.
La policía admitió haber tomado una «decisión errónea» al demorar su ingreso al centro educativo tras ser alertada del tiroteo.
Los 19 agentes que se encontraban en el lugar tardaron cerca de una hora en poner fin a la masacre, a pesar de varias llamadas de niños que pedían una intervención.
Los sobrevivientes del ataque dijeron haber realizado llamadas susurradas y suplicantes al 911. Algunos se hicieron los muertos para evitar llamar la atención del tirador.
Desde el miércoles, vecinos asisten a un memorial improvisado con 21 cruces de madera blancas instaladas en la plaza con el nombre de 19 niños y dos maestras muertos.
El tiroteo de Uvalde es el peor que sufre Estados Unidos desde que 20 niños y seis adultos fueron acribillados en 2012 en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut.