Caso Báez Sosa: La zapatilla de Máximo Thomsen podría ser la clave para condenarlo a perpetua

De todos los acusados, Thomsen es quien más complicado está.

Fernando Báez Sosa falleció el 18 de enero frente a la disco Le Brique en Villa Gesell. En ese momento, por órdenes de la fiscal Verónica Zamboni,un técnico de la Federal había untado con tinta las plantas de Máximo Thomsen, acusado de golpear hasta la muerte a Fernando. 

Había, al menos, dos impresiones de suelas de zapatillas la cara de Fernando, pateado en el piso en reiteradas veces, lo que le generó el deceso. Esas marcas, documentadas a lo largo de la causa, fueron ratificadas por los médicos y forenses que declararon ayer en el juicio.

El mismo busca esclarecer su asesinato en el Tribunal Criminal N°1 de Dolores. Una, resolvieron los forenses, resultó ser menor, insuficiente como para comparar con la zapatilla correspondiente y el pie asesino que la llevaba. 

Otra, en cambio, ubicada en el maxilar inferior izquierdo, se veía perfectamente. Solo había encontrar la zapatilla y el pie indicado.La DDI de Villa Gesell incautó varios pares en la casa que los rugbiers ocuparon este último verano cuando los allanaron a horas del crimen. 

Uno de ellos, un par de chatas gastadas de lona negra marca Cyclone, tenía una marca en particular: sangre en sus punteras blancas. Su dueño ni siquiera se había molestado en lavarlas o descartarlas. 

Entonces, las zapatillas con sus plantillas, el reporte de la autopsia y las impresiones de los pies fueron enviados al Laboratorio Scopométrico de la PFA en Mar del Plata para su posterior análisis. 

Los peritos y policías que participaron del allanamiento a la casa le preguntaron a los rugbiers por esta zapatilla. Máximo Thomsen, el más complicado de todos los imputados, señalado por múltiples testigos, se la atribuyó cínicamente a Pablo Ventura, el remero de Zárate acusado falsamente. 

En realidad, dice la causa, era suya. Seis meses después del crimen, la PFA entregó a Zamboni los resultados de sus pericias: esa zapatilla, según revelaron fuentes cercanas a la investigación, perteneció a Máximo Thomsen, hoy preso por el crimen en la Alcaldía N°3 de Melchor Romero junto a siete de sus cómplices con su prisiones preventivas confirmadas.

La impronta de la zapatilla coincide también con el pie de uno de los principales acusados del crimen, según detectó el complejo análisis que comparó tanto la suela del calzado como la marca del pie en la plantilla.

“En sus conclusiones, la misma determina que existe correspondencia en cuanto a las características de clase entre la impresión del rastro visible en el maxilar inferior izquierdo de la víctima con la impresión tomada de la suela de la zapatilla derecha marca Cyclone, específicamente en el área interna del talón”, asegura un fragmento de la causa. 

Así, el resultado se vuelve en una de las piezas más incriminadoras del expediente. La plantilla del calzado fue la clave.

Crimen de Báez Sosa: se conoce todo sobre la zapatilla clave

Hoy martes, casi tres años después del crimen, este estudio y la zapatilla en sí se vuelven una pieza central del juicio a los ocho acusados en Dolores. Este martes, en la séptima audiencia del juicio que se desarrolla en Dolores, varios peritos harán foco en ese punto. 

Una de ellas, María Eugenia Cariac, criminalista, brindará precisiones sobre la presunta similitud entre la zapatilla Cyclone negra con suela blanca utilizada por el acusado Máximo Thomsen (23), y la huella en el rostro que presentaba la víctima. 

A su vez, declararán María Luján Elvira Molina, quien intervino en las pericias para establecer las medidas de los pies de los imputados, y Haydeé Almirón, quien fue citada para referirse a pericia scopométrica que comparó el dibujo de las suelas de los calzados secuestrados a los imputados con la huella hallada en el rostro de la víctima. 

Pero cómo hicieron para analizar ese elemento, la zapatilla, y determinar de quién era, cómo la usó, qué tipo de golpes ejecutó. Para llegar hay un camino, que lo pudo surcar la huella de una zapatilla que se halló en el cuerpo de la víctima.

Esa marca se cotejó con los diseños de todos los calzados secuestrados en la casa donde fueron detenidos los rugbiers: un total de 19 pares. Se realizó en el laboratorio de la delegación marplatense de la Policía Federal Argentina a partir del pedido de la fiscal Verónica Zamboni, titular de la Unidad Funcional de Instrucción 6 de Villa Gesell, quien investigó el crimen. 

La técnica pericial se llama scopometría y su descripción es bien clara: Estudio de autenticidad comparativo no invasivo. Se basa en la aplicación sistemática de técnicas físicas, para evaluar las características presentes en un ejemplar indubitado (original) y observar su existencia en la misma calidad en el ejemplar cuestionado. 

Puede ser aplicado sobre cualquier clase de objetos que hayan sido manufacturados en serie, siempre que se cuente con un ejemplar original para realizar el cotejo. 

Posibles elementos a analizar: papel-moneda, CDs, DVDs, prendas de vestir, calzado, tarjetas de crédito y débito, sellos, precintos, libros, etc. ¿Qué se pudo determinar en ese estudio? 

La marca y el modelo de la zapatilla que impactó en la cara de la víctima, a partir de un sistema digital que superpone las imágenes hasta que encuentra una foto «espejo» entre esa porción del calzado (generalmente, una parte de la suela) y la toma que retrata el impacto en el objeto, en este caso Fernando. 

Un año antes del caso Báez Sosa, un crimen también sacudió la temporada de verano. La víctima fue el empresario Abel Leonardo Espósito (51), asesinado en su casa de Bernal. El levantamiento de huellas de calzado fue clave y el resultado del análisis permitió aclarar buena parte del caso. 

Dos diseños recolectados en la escena del crimen (Adidas Ultra Boost Ungest y unas Nike Air Pegasus 27) coincidieron con los encontrados en los calzados secuestrados en los domicilios de los tres detenidos. El peritaje se hizo en Tierra del Fuego. Sucede que la Policía Científica de Tierra del Fuego cuenta con el único registro de pisadas de la Argentina, con una base de datos de más de 10.000 suelas de calzado.

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