Cuando en noviembre de 1969, por las ventas millonarias de «TIRITANDO», la RCA Argentina me premió con un disco de oro, lo primero que me pregunté, fue si realmente el disco de oro, sería realmente de oro.
Tiempo después, me enteré que no lo era y que en realidad se trataba de una matriz discográfica, «dorada». El hecho en sí, no hizo variar ni un ápice mi gratitud hacia la Compañía Fonográfica que me otorgó la mencionada distinción.
El 12 de octubre de 1955 y con nueve años de edad cumplidos en mi haber, fui con mis padres al «Picnic Americano» del Colegio Ward en Ramos Mejía.
El Día de la Raza (como se le decía entonces), era el día del gran encuentro familiar entre norteamericanos que residían permanentemente aquí en la República Argentina (como mi padre), y de quienes se encontraban residiendo temporalmente en el país. Por ejemplo…empleados de compañías americanas, profesores, diplomáticos, estudiantes etc. etc.
Arribé al Colegio Ward a media mañana con Patricia, Mamá y Papá al volante del Buick. Unos adolescentes de rasgos orientales, vistiendo jeans LEE, hablando en un inglés muy cerrado, nos indicaron el lugar donde debíamos estacionar el coche.
Intenté ayudarla a Mamá a cargar la gran canasta de picnic llena de sandwiches que estaba en el baúl del auto, pero era demasiado pesada para mí.
Aparecieron en ese momento una chica y un chico de piel muy oscura, hablando en inglés, vestidos con blue jeans y camperas coloradas, y matándose de la risa tomaron las manijas de la canasta y alegremente nos condujeron a través de un bosque de árboles muy altos, hasta una zona llena de mesas y puestos de venta de hot dogs y gaseosas.
Ahí comí por primera vez en mi vida un Pancho (un hot dog) y bebí por primera vez en mi corta existencia de nueve años, una Coca Cola. Me hice adicto total a los panchos y a la Coca Cola. A los sándwiches que Mamá había preparado con tanto amor, ni los probé…me comí como seis panchos. Y Coca Colas…perdí la cuenta.
Satisfecha mi angurria, me dediqué a explorar el parque del colegio…canchas de basketball con pelotas redondas muy grandes picando y muchachos con remeras sin mangas tratando de encestarlas en aros a gran altura, espacios abiertos con chicos tirando una pelota rara, que según me enteré, se trataba de una pelota de football americano…(parecida a la de rugby ovalada y puntiaguda), padres e hijos jugando al baseball usando unos guantes de cuero, con los cuales agarraban una pelotita muy dura a la cual le pegaban con un bate de madera. Rarísimo todo y de repente empezaron las competencias…carreras de embolsados, carreras de tres piernas…carreras pedestres…me anoté en una y gané. ¡La alegría de Papá!!
Volví a casa con una medalla de oro. Y de oro de verdad. Primer premio. La conservo hasta el día de hoy bajo llave.
Y para los lectores de Tres Páginas, ¡Muy feliz Navidad!
Regalo Navideño
En estas fiestas, Donald regala a los lectores de Tres Páginas, la reciente versión junto a Bahiano de Scaba Badi Bidu, el primer reggae argentino de que se tenga registro, que fue traído al país por nuestro ídolo y que cumplió 50 años de su estreno.