En un contexto internacional donde distintos países plantean esquemas de vacunación contra el coronavirus en los que extendieron los plazos de la segunda dosis, especialistas argentinos sostuvieron hoy que «en todas las vacunas lo central es respetar el mínimo del intervalo entre dosis» para no perder eficacia y que «la mayoría de las que conforman el calendario nacional no tienen un tiempo límite para aplicar el refuerzo».
«Con los intervalos entre dosis de vacunas siempre es importante respetar el mínimo, que en en el caso de la Sputnik V es de 21 días, porque si se da la segunda dosis antes puede haber interferencia con la respuesta inmune y no ser tan eficaz como uno quisiera», indicó a Télam la médica infectóloga Florencia Cahn, presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
Y continuó: «En referencia a los máximos, en el común de las vacunas no hay un límite, uno puede darlas mucho tiempo después y ser igual efectiva».
En estos días, el Reino Unido, uno de los países más afectados por la pandemia en Europa, cambió sus planes de vacunación para que la segunda dosis (tanto de Pfizer/BioNTech como de Oxford/Astrazeneca) sea administrada hasta 12 semanas después de la primera, en lugar de los 28 y 21 días prescritos.
Por su parte, Bélgica y Alemania pidieron a sus expertos evaluar una aplicación de la segunda dosis hasta un máximo de 42 días, el límite fijado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), mientras que Dinamarca anunció este lunes que dejaría pasar dicho plazo entre ambas inyecciones.
«El objetivo es llegar a más población con esas dosis y es una decisión que tiene que ver con que con una dosis uno alcanza una eficacia protectora importante y para lo que sirve la segunda dosis es para hacer un refuerzo a largo plazo», señaló Cahn, miembro del Comité de Expertos que asesora al Ministerio de Salud.
Conforme a la infectóloga, y «ante la situación de emergencia que estamos transitando, apostar a llegar a la mayor cantidad de personas posibles con una dosis es una estrategia que varios países se están planteando. En Argentina ésta no es la idea».
Cahn indicó que, por el momento, «aquí lo que se plantea es que quienes recibieron el primer componente de la Sputnik reciban el segundo pero es importante saber que si la segunda dosis no se da a los 21 días sino después, la eficacia es la misma».
Sobre la decisión del Reino Unido, el médico infectólogo Tomás Orduna, señaló que «la estrategia de llegar a la mayor cantidad de personas posibles con una dosis, en un contexto donde la producción mundial tiene un límite para obtener dos dosis para cada habitante, tiene que ver con que entre el 70 y 80% de las personas vacunadas con una dosis tiene a partir de los 15 días respuestas con formación de anticuerpos».
«Las segundas dosis tienen que ver con asegurar que esos anticuerpos se extiendan en el tiempo», describió.
En ese contexto, Orduna recordó la experiencia de 2005 en Argentina con la vacuna de la Hepatitis A, que «utilizó una sola dosis (en lugar de las dos indicadas) y logró la reducción casi total de los trasplantes de hígado en el grupo pediátrico como consecuencia de la disminución de esta Hepatitis».
Esa estrategia innovadora del país, que fue la respuesta a un brote que se había dado entre 2003 y 2004, fue reconocida por la Organización Mundial de Salud (OMS) y en 2012 el Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización de este organismo multilateral (SAGE, por sus siglas en inglés), publicó un documento en el cual recomendó la integración de esta vacuna a los calendarios nacionales para los niños a partir del año con una dosis única.
Por su parte, el médico pediatra e infectólogo Ricardo Rüttimann, quien coordina la comisión de vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), coincidió en que «con la mayoría de las vacunas hay intervalos mínimos pero no suele haber máximos».
En relación a eficacia, el especialista indicó que «muchas autoridades de salud pública de varios países están evaluando cambios en los esquemas de acuerdo a la emergencia; hay vacunas con las que hay más información para hacer esos cambios porque, por ejemplo, se habían planteado de una sola dosis».
Y añadió que «lo ideal sería que todos los programas de vacunación sean lo más cercano posible a la evidencia». (Télam)