Fuentes del caso confirmaron que se quedarán en Dolores durante el proceso. Continúan en un pabellón exclusivo en el que no hay otros detenidos. El operativo de seguridad
En medio de un fuerte hermetismo, este domingo por la mañana los ocho rugbiers acusados del crimen de Fernando Báez Sosa fueron trasladados desde la Alcaidía N°3 de Melchor Romero a la Unidad N° 6 de Dolores para enfrentar el juicio en su contra. En las últimas horas, se confirmó permanecerán alojados en Dolores dure el debate. Vivirán en un pabellón exclusivo para ellos, alejados de otros detenidos, confirmaron fuentes judiciales a Infobae. Su rutina no cambia: se encuentran aislados del resto de la población de presos, tal como sucede en Melchor Romero. Sus almuerzos ocurrirán en los mismos tribunales, en dos celdas ubicadas dentro del palacio de Dolores.
Otro hecho sorprende en el juicio. En la sala, una fuerte custodia rodea a Máximo Thomsen, Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz, Ciro, Lucas y Luciano Pertossi. Este lunes, 13 efectivos del Servicio Penitenciario Bonaerense estuvieron de pie junto a ellos dentro de la sala, literalmente más penitenciarios que imputados. También, un grupo equipado con vestimenta anti-motín vigiló su traslado desde la cárcel hasta los tribunales, un trayecto de apenas diez cuadras donde se utilizó una camioneta blanca como bloqueo en su ingreso por el estacionamiento del palacio. La custodia es un requerimiento expreso del Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Dolores, que debe velar por la seguridad de los imputados.
Se esperaba un fuerte repudio en la jornada de hoy, dada la repercusión mediática del caso. Sin embargo, nadie se presentó para insultarlos.
Por lo pronto, se desconoce si estarán presentes en todas las audiencias del juicio, con 177 testigos agendados, en al menos 13 jornadas hasta el miércoles 18. Podrán tomar la palabra cuando quieran, o incluso negarse a declarar. Su régimen de visitas queda por verse. En el pasado, los familiares de los imputados los visitaron en la cárcel en el horario de la tarde, para evitar cruzarse con los allegados de otros detenidos.