Es difícil, estos días, jugar una carta a favor de los demócratas o de los conservadores, en las elecciones de Estados Unidos. Faltan cien días, un lapso en el cual, el ciudadano norteamericano debe decidir su voto, o por Donald Trump o Kamala Harris, la vice del actual gobierno. Pero en América Latina hay cierto favoritismo: no olvidan, por ejemplo, que Joe Biden fue el presidente que respaldó a Lula da Silva en la elección presidencial de 2022; que tuvo consideración hacia Gustavo Petro en Colombia; que no intentó, al menos hasta hoy, morigerar nuevos golpes de Estado contra el venezolano Nicolás Maduro. Tampoco hizo nada a favor de los golpistas en Bolivia. En fin, esa manera suya (en verdad, de su grupo de poder) de no interferir demasiado en la calma del sur del continente americano, tiene mucho que ver con sus objetivos prioritarios: desbancar a Rusia a quien eligió como el enemigo fundamental de estos últimos cuatro años.
En ese contexto, se entienden las declaraciones pro Biden, del presidente brasileño. En una extensa entrevista con la prensa, el líder del Partido de los Trabajadores (hoy de centroizquierda) sostuvo literalmente: “Conocía a Biden en Chile, cuando era vicepresidente de Barack Obama. Y me puso feliz que fuera, en 2020, el candidato del Partido Demócrata a la presidencia. Me alegró, y mucho, que ganara las elecciones y definitivamente, más aún cuando discurseó en defensa de los trabajadores. Si ese discurso lo hubiera hecho en otro país, sin duda lo habrían llamado de comunista. Fue cuando él dijo: quien produce la riqueza en Estados Unidos son los trabajadores, no los empresarios”.
En ese mismo tono, reiteró: “Me gusta mucho Biden, tengo mucho respeto por él. Y pienso también que solo él puede entender si tenía o no condiciones para avanzar como candidato”. Según Lula, su expectativa es que los demócratas “elijan un candidato o candidata capaz de disputar las elecciones y que triunfe aquel que fuera el mejor. Mi papel no es elegir presidente de los EE.UU. Mi papel es convivir con quien sea el presidente de Estados Unidos; sea demócrata, o sea Trump”. El líder brasileño enfatizó: “Queremos mantener una relación civilizada entre dos países importantes, que tienen una relación diplomática de siglos”.
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¿Y la relación con Argentina?
Fue una de las preguntas periodísticas que salió del tintero, durante la conferencia. La respuesta no se hizo esperar: “Cuando asumí el 1º de enero de 2023, uno de mis objetivos era intentar la recuperación de la imagen y la participación de Brasil en la nueva geopolítica mundial”. Desde ese ángulo subrayó: “Nuestro país tiene tamaño, tiene población, tiene conocimiento tecnológico, científico y base intelectual, para ser protagonista internacional. Y eso solo se consigue si nos respetamos a nosotros mismos”. Relató entonces que en ese contexto, el año pasado “hice dos reuniones con la Argentina, una bilateral y una multilateral, para resolver temas que considerábamos claves”.
Con claridad pero sin concesiones, Lula indicó: “No me toca elegir quién es presidente argentino. Por lo tanto, no me cabe preocuparme con el discurso (de Javier Milei). Lo único que quiero es que él tenga respeto por Brasil, de la misma forma que Brasil respeta a la Argentina. Quiero que un presidente de la República no se olvide nunca que los intereses del pueblo siempre son mayores que los del propio presidente”. Para Lula no está en el escenario ninguna amistad personal: “No es una cuestión de amigo; no existe eso entre dos jefes de Estado. Sí existe una relación civilizada, que es lo que espero de Argentina”.
La izquierda, la derecha y el antisistema
Durante la reunión con el periodismo, Lula relató que está buscando hacer una reunión en las Naciones Unidas, que sería paralela a la Asamblea General, para reunir los presidentes democráticos de todo el mundo: “En mi visión, tenemos que discutir con cómo hay que trabajar para sustentar el régimen democrático, de modo que el pueblo sea soberano en la elección de sus líderes, que la Constitución sea soberana para que todos la cumplan”.
La disputa entre Lula da Silva y Javier Milei: causas y consecuencias
Para el dirigente petista, “la convivencia democrática en la adversidad debe ser el patrón de referencia. No puede ocurrir lo que acontece hoy”. Recordó, entonces, que en los últimos 50 años, los sectores más a la izquierda “defendían el fin del sistema. Ahora es la derecha la que pregona ser el antisistema, y nos acusa hoy de ser el sistema. En la medida en que estoy en el gobierno debo convivir con el sistema, aunque no sea yo el sistema”.
Es por eso que Lula no se cansó de repetir en la reunión, sobre su relación con la Argentina: “Si la relación (de respeto) fuera mantenida, no veo ningún problema. Si él (Javier Milei) creyó que iba a ganar no yendo a la cumbre del Mercosur, para ir a la cita en Camboriú (con el ex presidente Jair Bolsonaro), si él cree que ese es el papel de un presidente, todo bien. No soy yo quien va a juzgarlo, es el pueblo argentino”.
Admiración y críticas a la Unión Europea
Para Lula, la UE es “un patrimonio democrático de la humanidad. Después de la Segunda Guerra Mundial los países enfrentados se reunieron, crearon un parlamento, fundaron uj Banco Central e instituyeron una moneda única”. Desde ese ángulo, el brasileño juzgó demasiado apresurado que Europa entrara en el conflicto Ucrania-Rusia: “Ellos tendrían que haber continuado por el camino del medio, buscando encontrar el camino de la paz”. Es que, según subrayó, “está probado que no es fácil derrotar a Putin, como tampoco es fácil derrotar a Zelensky”.