El concepcionense estaba disputando el Gran Premio Turismo de Carretera de 1973 con el Ford Falcon del equipo oficial, cuando encontró increíblemente la muerte en Aimogasta (La Rioja).
La primera parte de la década del ’70, “El TC” era la máxima expresión del automovilismo de Argentina, este deporte y el Fútbol, se disputaban no solo las tapas de las revistas del deporte, sino también la mayor cobertura en los diarios mas prestigiosos del país. Era la época del seguimiento de las transmisiones radiales y los “Top” tirados desde el Avión, para saber quien venía ganando.
En ese contexto, Ford con un equipo dirigido por José Miguel Herceg ponía a correr un equipo bien federal y representativo del interior, con el cordobés Héctor Luis Gradassi y el tucumano Nasif Estéfano sobre los inolvidables Falcon de color azul que viajaban como dos proyectiles por las rutas colmadas de público.
Una época donde el riesgo, la tragedia y hasta la muerte, estaban a la vuelta de una curva, ellos, los pilotos, pertenecían a una raza casi que en extinción, en pos de abrazarse a la gloria de una victoria y un campeonato que les permitirá gozar de un status sagrado.
“Pirín” Gradassi ya se había alzado con el título de campeón en 1972, el año siguiente ya prácticamente finalizado, era el de la consagración de Nasif, “El Turco”, “El Califa chico”, como lo reconocían sus fanáticos. El duelo interno en el equipo Ford, que les permitió repartirse muchas carreras entre ellos, también los obligaba a batir a grandes rivales de la época, donde se corría siempre a fondo.
El año deportivo estaba prácticamente concluido, había que disputar el “Gran Premio de Turismo Carretera de 1973-Reconstrucción Nacional” con final precisamente en Concepción, y al que Estéfano llegaba con la diferencia de puntos necesarios sobre Gradassi para ser campeón y coronarse en su casa. El destino quiso que no.
El 21 de Octubre de 1973 se ponía en marcha la segunda etapa del “Gran Premio” entre La Rioja – Concepción, con Estéfano adelante y con buena ventaja y la orden de mantener las posiciones, pero pasadas las 9:00 de la mañana en la curva de ingreso a Aimogasta, su Falcon volcó y lo despidió de su habitáculo, encontrando la muerte instantáneamente.
Muchas conjeturas se deslizaron a lo largo del tiempo para saber el por que del accidente. Falta de concentración cuando todo estaba resuelto a su favor?, falta de visión sobre el lugar exacto para doblar en virtud de la gran cantidad de público al constado de la ruta?, la rotura de un perno de sujeción del pedal de frenos?, el no estar correctamente atado con sus cinturones provocó que lo despidiera de su auto?. Aún hoy, nadie tiene la verdad sobre lo ocurrido.
Nasif, camino a la gloria y a su casa para festejar con sus seres queridos y en el “Día de la Madre” y a quien saludó por radio antes de largar, jamás pudo llegar, pero sí consagrarse automáticamente campeón argentino post-mortem (después de la muerte), el único en la historia del Turismo Carretera.
Solo para la fría estadística histórica de las carreras de TC, ese día ganó la trágica etapa La Rioja-Concepción, el cordobés Eduardo “Lalo” Giordano con su Torino, mientras que su comprovinciano Gradassi con el otro Falcon oficial se quedaba con la victoria, de un Gran Premio que no tuvo festejos.
Nasif Moisés Estéfano había nacido en Concepción, Tucumán un 18 de Noviembre de 1932, a poco mas de veinte días de cumplir 41, ingresó a la historia de los grande pilotos del país. Logró destacarse en absolutamente todas las categorías donde manejó, llegó a probar un Fórmula 1 (Maseratti 250F) para el Gran Premio de Argentina (1960) y hasta pudo ganar en Europa las “12 Horas de Reims” (Francia) a bordo de un Porsche compartido con el “Tano” Andrea Vianini en 1964.
Nasif Estefano, se graduó con cuatro campeonatos argentinos, dos en la Mecánica Argentina F.1 (1963/4), uno en Turismo Mejorado Clase “D” (1965) y uno en TC (1973).
Marcelo Ingaramo