Delfina Amenábar, hija del destacado médico Jesús Amenábar, fallecido el pasado 12 de septiembre a causa del Coronavirus escribió una extensa y crítica carta, en el marco de la celebración del Día del Médico.
“Antes de ser héroes, eran madres, padres, esposos, hermanas e hijos. Este es el mismo sentimiento que expresó mi papá, Jesús Amenábar, en su carta”, sentencia Delfina, quien hace referencia al escrito que su padre publicó mientras se encontraba internado en el Centro de Salud, lugar en que prestaba servicio.
La joven denuncia que a su padre lo dejaron solo. A casi tres meses de la partida del médico, renueva los reclamos que realizó en vida y apunta contra la “desidia” de algunos dirigentes políticos que, según ella misma consigna, se aprovecharon de la vocación de los médicos. “Mi papá, antes de ser médico, era mi papá. Y está muerto. Y había denunciado varias veces lo desprotegidos que estaban los profesionales de la salud. Y a los funcionarios estatales no les importó. Y usaba dos barbijos. Se cuidaba muchísimo, y le preocupaba profundamente la situación actual. “De ninguna manera “ofreció su vida”. Lo abandonaron. A él y a todos los que se murieron. Y siguen ignorando a los que están vivos y yendo a trabajar. Se aprovechan de su vocación porque saben que jamás abandonarían a sus pacientes”, sentencia la joven.
Amenábar fue opositor a la manera en que se estaba gestionando la pandemia desde el Sistema Provincial de Salud (SiProSa). Unos días después de contagiarse, había denunciado lo que para él eran irregularidades en el tratamiento de las internaciones de pacientes asintomáticos en recintos hospitalarios. Consideraba que eran un riesgo para los trabajadores de la salud que, además de atender guardias, debían atender pacientes sospechosos y cumplir con las labores de sus propias especialidades.
La hija del Dr. Amenábar finaliza su carta con una triste frase, motivada por el primer Día del Médico sin su padre, uno de los más destacados de Tucumán y un querido docente de la carrera Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán. “Yo no quería que mi papá sea héroe, ni recordado por su ‘entrega’; yo quería que siga siendo mi papá”, concluye.
La carta completa
Ayer fue el día del médico.
Me sentí muy incómoda y no me daba cuenta por qué. Escuché y leí cosas como «a los que ofrecieron su vida», «a los guerreros de esta pandemia», palabras como héroes, ángeles de la guarda, y muchos elogios más.
De ninguna manera creo que el personal de la salud que murió a causa del COVID-19 haya «ofrecido su vida». Antes de ser héroes, eran madres, padres, esposos, hermanas e hijos. Este es el mismo sentimiento que expresó mi papá, Jesús Amenábar, en su carta.
Es hora de que dejemos de romantizar la desidia. Son trabajadores que fueron abandonados hace mucho tiempo, en un país con una seguidilla de gobiernos que les soltaron la mano, y en el contexto de una pandemia mundial con un virus gravísimo, que no sólo empeoró todo, sino que también sacó a la luz años y años de desamparo estatal.
Mi papá, antes de ser médico, era mi papá. Y está muerto. Y había denunciado varias veces lo desprotegidos que estaban los profesionales de la salud. Y a los funcionarios estatales no les importó. Y usaba dos barbijos. Se cuidaba muchísimo, y le preocupaba profundamente la situación actual.
De ninguna manera “ofreció su vida”. Lo abandonaron. A él y a todos los que se murieron. Y siguen ignorando a los que están vivos y yendo a trabajar. Se aprovechan de su vocación porque saben que jamás abandonarían a sus pacientes.
Recordemos que nuestro gobernador es médico sanitarista, y fue ministro de salud de la Argentina. Pero parece que se olvidó de lo que eso implica. Los miembros del Poder Legislativo recibieron un traje de astronauta al principio de la pandemia. Y los médicos que hisopan y combaten el virus trabajaron todo el año con un camisolín de friselina, y máscaras y barbijos que en muchos casos tuvieron que pagar de su bolsillo.
Están remando en el barro con cucharas de plástico. Literal.
Yo no quería que mi papá sea héroe, ni recordado por su «entrega».
Yo quería que siga siendo mi papá.