El Gobierno anticipa que los turistas gastarán un total de 5.600 millones de dólares. Cuáles son los factores que explican el buen flujo turístico.
Los operadores turísticos esperan una muy buena temporada de verano 2023, que movilizará por lo menos 5.600 millones de dólares en el país, pese a la aceleración de la inflación durante el último año y ala expectativa de una caída del turismo interno.
«Los primeros datos que acercan los operadores privados y las autoridades provinciales hablan de una temporada de verano en niveles muy similares a los del verano 2022, que alcanzó los mejores niveles de la última década», con la movilización de cerca de «32 millones de turistas», anticiparon a El Destape fuentes del Ministerio de Turismo.
En este marco, desde la Cámara Argentina de Turismo (CAT) señalaron a este sitio que proyectan «un muy buen verano en nuestro país, con porcentajes de ocupación que rondaran el 80%«. Para la CAME, este número puede ser incluso superior y alcanzar el 90%.
Más precisamente, el ministerio de dirige Matías Lammens espera un 90% de ocupación en los principales destinos de la Costa Atlántica, como Mar del Plata, Partido de la Costa, Villa Gesell y Pinamar.
También señaló que Mendoza registra un 80% de ocupación hotelera para enero, y tanto Bariloche como Puerto Iguazú un 75%, mientras que hay un «alto nivel de reservas» en El Calafate y se esperan cerca de 6 millones de turistas en Entre Ríos.
La suba de precios en el verano 2023
Estos altos niveles de ocupación se proyectan a pesar de la importante suba de precios que se anticipa en los principales destinos, la cual rondaría la inflación general cercana de entre el 90 y el 100% en 2022, sobre todo en la Costa Atlántica, remarcaron en el Ministerio de Turismo.
Al respecto, la CAT espera que el aumento de precios se ubique «algunos puntos por debajo» de ese número general, mientras que la CAME estimó que este será «igual o superior» al nivel de inflación anual.
Por ejemplo, en Mar del Plata el alquiler de una sombrilla por todo enero no baja de los 200 mil pesos en los balnearios más accesibles, mientras que el alquiler de una carpa arranca en los 260 mil pesos. Y el alquiler de un departamento para dos personas arranca en 40 dólares la noche (13.600 pesos al cambio blue), con un rango de hasta 90 dólares (30.600 pesos).
Por qué se espera una buena temporada 2023
La aceleración de la suba de precios de este año produjo una paulatina caída del salario real, que en octubre alcanzó su nivel más bajo en los últimos 16 años, según datos del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, elaborados a partir del RIPTE del Ministerio de Trabajo. En este marco, la CAT espera que se produzca «una muy probable caída del turismo interno».
Por eso, surge la pregunta de por qué los operadores turísticos esperan que la temporada 2023 mantenga, por lo menos, las cifras del verano 2022, sobre todo si se tiene en cuenta que durante la temporada alta pasada estuvo vigente el Previaje, que esta vez terminó el 5 de diciembre. De hecho, el Ministerio de Turismo estima que durante la temporada se gastarán más de 1 billón de pesos, equivalentes a por lo menos 5.600 millones de dólares.
Uno de los factores que lo explican es la llegada de una fuerte afluencia de turismo extranjero, que hace un año apenas comenzaba a despegar con la paulatina salida de la pandemia y la reapertura de fronteras en noviembre de 2021.
La cartera de Lammens espera que lleguen aproximadamente 2 millones de visitantes del exterior y destaca especialmente la reanudación de los cruceros, que estuvieron suspendidos los dos años anteriores, y traerán a cerca de 700 mil turistas «de alto poder adquisitivo».
Más allá de eso, hay otros factores a los que el sector turismo apunta y que permiten explicar por qué el descenso del turismo interno no es tan pronunciada a pesar de la caída del poder adquisitivo.
Por el lado cultural, los operadores se refieren a «los cambios de hábitos pospandemia», según lo definió la CAME. Desde la CAT lo explicaron con más detalle: «La sociedad argentina, al igual que las sociedades del mundo, ha sufrido un cambio en su filosofía de vida a partir de la pandemia. Antes se trataba de utilizar los ahorros para comprar bienes. Hoy se elige vivir experiencias, viajar, conocer otras culturas, otra gastronomía, entender cómo se vive en comunidades quizás muy diferentes de las nuestras».
Pero, por el lado económico, la caída del salario real tiene el paradójico efecto positivo de generar más gastos en el consumo inmediato, por ejemplo en vacaciones. En este marco, la CAME espera que se mantenga el flujo turístico interno, pese a la alta inflación, debido a «las dificultades para los viajes al exterior y al deterioro de nuestra moneda sin alternativas de inversiones rentables en términos reales».